Este domingo amaneció con nubes y claros y la previsión del tiempo decía que hasta el lunes no se esperaba lluvia. Así que únicamente dos de los siete beteteros que nos dimos cita en el lugar y a la hora de costumbre, llevaban chubasquero.
Tras un pequeño debate sobre el destino, enfilamos las ruedas delanteras hacia Castellar del Vallès, pero en vez de enfilar por la ruta habitual de Ripollet lo hicimos por Santiga. Casi nos costó caro, porque los cazadores nos lo pusieron defícil al confundir el casco de alguno con una perdiz. Menos mal que esa mañana tenían la puntería...
Y mientras se esperaba a los rezagados y a los que se perdían porque la ruta era nueva, generalmente los mismos, el resto de beteteros se dedicaban a ver pasar los aviones. Ahora lo entiendo, lo que hace Alfonso desde la terraza de casa no es ver pasar los aviones por encima del barrio, sino que está estudiando para las oposiciones de controlador aéreo.
Pero volvamos a las dos ruedas. La salida se complicó en las cercanías de Castellar por la concurrencia de una marcha popular que sembró la ruta de caminantes, impidiendo el correcto desarrollo de nuestra particular bicicletada. Llegados a Falcon Crest, parada y fonda.
Tras el bocata y un poco de vinacho con gaseosa o una cervecita, JordiR, JordiL y Ramon decidieron regresar. Los otros cuatro (David, Antonio, Tito y Pedro) se quedaron para tomarse un café y un té verde. Error. Sí, en ese lapsus empezó una débil llovizna que a los pocos minutos y tras el pronóstico contrario de Pedro (¡Esto son cuatro gotas!) se convirtió en un diluvio.
Esperamos un rato para ver si escampaba, pero la intensidad del aguacero iba creciendo. Así que la vuelta a casa (algo más de 20 kilómetros) la hicimos al estilo Biking' in the Rain. Pavernosmojao!!! Y llegamos a casa mojados y con barro hasta las orejas, pero con la sensación de haber disfrutado de cada charco.
¡Salud y pedales!
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