domingo, 18 de abril de 2010

La Conreria, ir pa ná es tontería

Sí, colegas. Me gustaría iniciar está crónica BTTera con otro título. La verdad es que me gustaría explicaros que tras 14 kilómetros cuesta arriba, llegamos a una isla en mitad de un exótico paraíso habitado exclusivamente por voluptuosas vestales que nos dieron un caluroso recibimiento. Que el día era radiante. Que nadie se perdió en mitad de la montaña.

Pero no fue así, aunque por lo menos esta vez no tuvimos que lamentar que nadie acabara aberronchao por los suelos. Las gallinas que entran por las que van saliendo.



El caso es que esta mañana llovía, por lo menos hasta eso de las nueve y media. Dos colgaos, mejor dicho, dos descolgaos se perdieron en mitad del monte (por allá donde Cristo perdió una alpargata) y casi los cosen a tiros unos tíos raros raros raros vestidos de camuflaje que practicaban airsoft. ¡Coño, hay gente rara pa to!

El caso es que tras meternos una paliza cuesta arriba dura de pelotas ¿qué nos encontramos? Pues nada más y nada menos que un colegio de curas y una congregación de monjes cartujos que al vernos con nuestras ceñidas vestimentas de ciclistas salieron en tropel arremangándose los hábitos para intentar hacer blanco en nuestros traseros. Ni un triste bar. Lo dicho: la Conreria, ir pa ná es tontería.

¿Y qué hicimos ante el ataque de los monjes? Pedales, para qué os quiero. ¡Geroooooooooooooooonimo! Todo para abajo, a toda pastilla y que sea lo que sea.



Hubo alguno que planteó ir a la torre del vigilante, que es un pavo con prismáticos en mitad de la nada que se pasa el día de gallola en gallola controlando si se prende fuego al bosque. Unos 30 o 45 minutos más de subida. Pero ¡qué coño dices! ¡Si por lo menos fuera la torre de la vigilante de la playa, vale! ¡¡¡Anda yaaaaaaaaaa!!!

El caso es que fuimos ocho y volvimos ocho (Xavi C., José Andrés, Jordi, Txolo, Pere, David, Jordi R. y Pedro), pero únicamente cuatro valientes se atrevieron a un tercer tiempo en el bar de Ramón. Fue un desayuno frugal regado como es habitual con productos de la tierra. También nos hicimos unas fotos.



Y eso fue más o menos todo, colegas. ¡Salud y pedales!

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